Urban Shamanism

Letting Go and Walking Away

As you can see, today's Runes are the same as yesterday, which is significant by itself. As I write this, my city is immersed in a fresh rani. This combination makes me think of processes of energetic cleaning and what they imply at various levels, in this case specifically in the social and professional area.

Two years ago I experienced several episodes of disillusion that called on me to be prudent and to make forthright decisions. The first, which took the longest and required great energy, involved my leaving the last paying job I had in the news. The editorial team of the page where I worked as a translator back then changed and, due to the important events taking place in the country at the time, the workload also increased during an emotionally critical period for me. I began noticing the lack of respect, condescending and even repressive attitudes, administrative opacity and other failings that convinced me of the need to abandon that place despite the fear I felt for renouncing the regular income.

The second episode was related to the serious nationwide blackouts that I mentioned a few days ago. For those who aren't aware of this, millions of people have left Venezuela in the past few years due to the crisis and among them, dozens of friends and relatives. In such stressful moments, when my need for company was at its highest, almost none of the connections that I once considered close showed any interest in knowing how I was or in sharing with me what was happening in their lives, which made me reconsider not just their presence in mine, but also my own priorities. I understood then that nobody had the obligation of taking interest in me and that in turn freed me from feeling that obligation myself. I would later erase many of my contacts, several of whom I probably won't see again in this existence.

In the last relevant episode, within a month I met two women, one living in the United States but originally from Israel, and the other here in my city. Both connections taught me a few fundamental lessons and confirmed to me practices and ideas that I'd been working on since the start of my spiritual process, for which I'll always feel grateful; unfortunately, both were extremely absorbed in their conflicts and not only didn't pay attention to what I said, but also loaded me with all kinds of stories expecting my full cooperation in untangling them. Both situations reached a surprisingly critical point with enormous speed and for the first time I clearly recognized that I was dealing very intense Shadow that was affecting me in other aspects of my everyday life. The severity was such that I was forced to completely shut down both connections and even raise energy defenses.

Since then, I never hesitate to leave groups, close channels and block contacts when I start perceiving inconsistencies or identifying very strong noises. I've done that with relatives, acquaintances and strangers and I regret nothing. Sometimes I've resumed communications after a period of rest and reflection, but in most cases the change is irrevocable, without guilt or shame, without explanations. This isn't easy at all and requires a serious dose of self-revision and questioning, but I can assure you that it's magnificent for personal peace and balance. Do a thorough review of who you're dealing with, of the places you visit, and make the pertinent decisions.

Dejar ir y alejarse

Como pueden ver, las Runas de hoy son las mismas de ayer, lo cual es significativo en sí mismo. Mientras escribo ésto, mi ciudad está sumida en una fresca lluvia. Esta combinación me hace pensar en procesos de limpieza energética y lo que implican a varios niveles, en este caso específicamente en el ámbito social y profesional.

Hace dos años experimenté varios episodios de desengaño que me llamaron a la prudencia y la toma de decisiones terminantes. El primero, que duró más tiempo y requirió gran energía, involucró el abandono de mi último trabajo asalariado en el área de las noticias. El equipo editorial de la página para la cual traducía en ese entonces cambió y, debido a los importantes acontecimientos que se estaban dando en el país, la carga de trabajo también se incrementó durante un período emocionalmente muy crítico para mí. Me fui dando cuenta de faltas de respeto, actitudes condescendientes e incluso represivas, opacidad administrativa y otras fallas que me convencieron de la necesidad de abandonar ese lugar a pesar del miedo que me daba quedarme sin la entrada regular de dinero.

El segundo episodio estuvo relacionado a los fuertes apagones nacionales que mencioné hace unos días. Para los que no estén al tanto, millones de personas se han ido de Venezuela en los últimos años debido a la crisis y entre ellos, decenas de amistades y familiares. En esos momentos tan estresantes, cuando mi necesidad de compañía estaba al máximo, casi ninguna de las conexiones que alguna vez consideré cercanas mostró interés en saber cómo me encontraba o en compartir conmigo lo que sucedía en sus vidas, lo cual me hizo reconsiderar no sólo su presencia en la mía, sino también mis prioridades. Comprendí entonces que nadie tenía la obligación de interesarse por mí y eso a su vez me liberó de sentir esa obligación también. Más adelante eliminaría a muchos de mis contactos, varios de los cuales probablemente no volveré a ver en esta existencia.

En el último episodio relevante, conocí en el lapso de un mes a dos mujeres, una ubicada en Estados Unidos pero originalmente de Israel, y la otra aquí en mi ciudad. Ambas conexiones me enseñaron unas cuantas lecciones fundamentales y me confirmaron prácticas e ideas que venía trabajando desde el inicio de mi proceso espiritual, por lo cual me sentiré siempre agradecido; desafortunadamente, ambas estaban sumamente embebidas en sus conflictos y no sólo no prestaban atención a lo que les decía, sino que me cargaban con toda clase de historias esperando mi plena cooperación en desenmarañarlas. Ambas situaciones llegaron a un punto sorprendemente crítico con enorme rapidez y por primera vez reconocí con claridad que estaba lidiando con Sombra muy intensa que me estaba afectando en otros aspectos de mi vida cotidiana. La gravedad fue tal que me vi forzado a cerrar ambas conexiones totalmente e incluso a levantar defensas energéticas.

Desde entonces, no me tiembla el pulso para salirme de grupos, clausurar canales y bloquear contactos cuando comienzo a percibir inconsistencias o identifico ruidos muy fuertes. Lo he hecho con parientes, conocidos y extraños y en ningún caso me arrepiento. Algunas veces he reanudado la comunicación luego de un período de descanso y reflexión, pero en la mayoría de los casos el cambio es irrevocable, sin culpa, vergüenza ni explicaciones. Esto no es nada fácil y requiere de una buena dosis de auto-revisión y cuestionamiento, pero les puedo asegurar que es magnífico para la paz y el equilibrio personal. Revisen bien con quiénes están tratando, qué entornos frecuentan, y tomen las decisiones pertinentes.